“Riquelme deja constancia de su evidente clase artística y virtuosística en este cedé todo él valioso […]. El [sonido] de Riquelme es, además, brillante, diverso y penetrante. Intensamente melodioso. Íntimo y extravertido a un tiempo. Características que combina con un virtuosismo que es expresión y estilo. […]El piano coprotagonista y cómplice -en absoluto acompañante- de Enrique Bagaría comulga y contribuye a la fascinación que destila la versión […].”
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